Franz von Stuck
Unas estrofas del poema de Heinrich Heine, "La esfinge", en el cual está basada una de las obras del Simbolismo alemán que más me removió en su momento, "El beso de la esfinge", de Franz von Stuck.
A la puerta, una esfinge: forma horrible
y bella al par; amable y pavorosa:
el cuerpo y garras de león temible,
el busto y seno, de mujer hermosa.
El ansioso deseo centellea
en sus inquietos ojos penetrantes;
sus rojos labios, que el deleite arquea,
sonríen satisfechos y triunfantes.
Y entona el ruiseñor tan dulce trino
que ya el impulso resistir no puedo;
y al besar aquel rostro peregrino,
en la traidora red prendido quedo.
La Esfinge sepulcral se agita y mueve;
respira el duro mármol y solloza;
cual vampiro voraz, mis besos bebe,
y absorbiendo mi sangre, triunfa y goza.
Sedienta apura mi vital aliento,
y me abraza después de tal manera,
que en mis entrañas destrozadas siento
las implacables garras de la fiera.
¡Dolor que embriaga! ¡Dicha que sofoca!
¡Sin límites las penas y los goces!
¡Néctar del cielo en su incitante boca!
¡En su garra cruel ansias feroces!
Y canta el ruiseñor: «¡Hermosa Esfinge!
¡Oh soberano Amor! ¿Qué ley tirana
toda ventura que nos das restringe
y con mortal tribulación la hermana?»
Ese problema, que mi dicha trunca,
resuelve, Amor, causante de mis daños:
yo no he podido resolverlo nunca,
y estoy pensando en él millares de años.
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