Elizabeth Gadd
Como un aire suave que el verano
nos deja entre la carne y acaricia,
trayéndonos, ausente, la primicia
de un otoño amarillo y más cercano.
Como un agua que llega hasta la mano,
sedienta de esperanza, y la delicia
de su frescura por la sangre inicia,
y calma el corazón. Así, lejano,
en brisas de nostalgias florecido,
el ala de un recuerdo, silencioso,
ha rozado mi alma, y, suavemente,
desde el umbral oscuro del olvido,
un sueño, de su noche, milagroso,
llega claro a mi sed con voz ausente.
Elena Martín Vivaldi
No hay comentarios:
Publicar un comentario