Lady Lilith, Dante Rossetti
Y ahora, en estos días sin incidentes
donde la vida asume el lustre de una sombría quietud,
y el pálido tono leproso de la virtud
me fatiga, me cansa, pienso en ti,
quien me atrajo a su sedoso lupanar,
perfumado con almizcle y el morado nenúfar,
la caverna de un demonio en una isla oriental,
una oscuridad iluminada por tu sonrisa de jacinto.
Lilith, las telas de la medianoche de tu cabello
a través de mi camino errante han tendido una trampa,
un laberinto de sutiles brujerías
que irresistiblemente me atan.
E. Hoffmann Price
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