Edmund Blair Leighton
Si el mundo es tempestad, la casa es puerto;
y si es guerra la vida, ella es victoria;
pon en ella tus ansias a cubierto
y saca a dulces pastos la memoria.
A donde tú no llegues, ella alcance
con esta ley que amor le da, inefable;
ella te acoja en todo amargo trance;
que es, siendo espiritual, inagotable.
La casa te es corona y te es vestido,
y es forma tuya y es tu informadora,
y es, a la vez, tu cárcel y tu nido,
porque, siendo tu esclava, es tu señora.
....
Sé tú de ella en poder, no en abandono;
y métela en lo esquivo y en lo adverso;
quiero darte en la casa más que un trono,
aunque un trono ya es más que el universo.
Tu casa es sobre ti como un escudo
que te da majestad y fortaleza;
el enemigo romperá, sañudo,
la punta de su espada en su corteza.
....
Y te tienes a ti a mí me tienes
en acción de eficacia a par con ella;
lámpara que mantengo y me mantienes,
la casa, en nuestro oriente, es nuestra estrella.
....
Entras desde hoy, casera de mi casa,
a doble actividad en tus acciones;
una tu mano compra y la otra tasa;
con la una acoges y con la otra impones.
....
Tu casa te es descanso y te es milicia
que quiere ser y no ha de ser sin guerra;
la sombra tuya, brazo de justicia
sobre las injusticias de la tierra.
....
Estas estrofas pertenecen a un poema de Eduardo Marquina. Es de principios del siglo XX y se le conoció por sus obras de teatro, que le dieron fama y dinero. Sin embargo, comenzó escribiendo poesía que, inexplicablemente, ha pasado muy desapercibida. Aún así, tiene alguna perlita escondida. Él llamaba a su obra Teatro poético...
Y como acompañamiento para degustar la poesía de Marquina, la versión de un clásico en la dirección de uno de mis directores de orquesta favoritos.
Mozart Symphony # 36 "Linz" - CARLOS KLEIBER / VIENNA PHILHARMONIC
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