29 ago 2014

Bach




Hay una corriente,
piedras que se ordenan formando puentes, 
dorados dragones grabados adormilados bajo el agua, 
escaleras para subir a muchas casas blancas, 
descanso y libertad en una profundidad de azul Giotto. 

Tiempo detenido
construye una ciudad
con otra ciudad dentro de sí, 
puentes con otros puentes dentro de ellos
para caballos blancos como la nieve y carros de luz,
escaleras, eco, multiplicidad de puertas en el espacio:

Y las puertas se abren, se abren.
Se abren los picos púrpuras, son variación y flauta,
se abren las alas arrojadas, se elevan, es una fuga,
palpitan las torres, la hierba que fluye armoniza música de luz y agua.

El mosaico de la noche, y las hojas iluminadas.


Eeva-Liisa Manner


J.S. Bach. El clave bien temperado libro II. 
Preludio nº 1 en Do mayor BWV 870 (1744)

25 ago 2014

Mi espejo




Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,

itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.

Julio Cortázar

24 ago 2014

Solo una palabra



Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y le dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.

No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía,
y no se detendrá ni cuando mueras.

Roberto Juarroz


23 ago 2014

Piénsame, por favor.




Muerte en el olvido

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees 
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos, con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.

Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie 
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...


Ángel González en "Palabra sobre palabra"

22 ago 2014

Fe de vida



Esperar junto a este mar (en el que nacieron las ideas)
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas).
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de orquídeas
en las calas olvidadas.

Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie de relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.
O contemplar la nube blanca
que, no siendo nada, parece ser feliz.
Quedar flotando y transcurriendo de aquí para allá,
sobre las olas que pasan,
como un remo perdido.
O seguir, como los delfines,
la dirección de un tiempo sentenciado.

Ser como la hora de las barcas en las noches de enero,
que se adormecen entre narcisos y faros.
Dejadme, no con la luz del conocimiento
(que nació y se alzó de este mar),
sino simplemente con la luz de este mar.
O con sus muchas luces:
las de oro encendido y las de frío verdor.
o con la luz de todos los azules.

Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.
Ser como olivo o estanque.
Que alguien me tenga en su mano como a un puñado de sal.
O de luz.

Cerrar los ojos en el silencio del aroma
para que el corazón —al fin— pueda ver.
Cerrar los ojos para que el amor crezca en mí.
Dejadme compartiendo el silencio
y la soledad de los porches,
la hospitalidad de las puertas abiertas; dejadme
con el plenilunio de los ruiseñores de junio,
que guardan el temblor del agua en las últimas fuentes.
Dejadme con la libertad que se pierde
en los labios de una mujer.


Antonio Colinas en "Libro de la mansedumbre"

Oración para los vivos


Vida, 
Deshaz en mí todo aquello que necesite ser deshecho. 
Corrige mi esperanza de ser enmendado. 
Úsame. Saca de mí cada ápice de creatividad. Ayúdame a vivir una vida radicalmente extraordinaria, forjando siempre un camino jamás-antes-transitado en el bosque. 
Enséñame cómo amar con más profundidad, como nunca antes creí que fuera posible. 
Cualquier cosa de la que siga huyendo, síguemela mostrando con absoluta evidencia. 
Cualquier cosa con la que siga en conflicto, ayúdame a suavizarme en ella, a relajarme en ella, a abrazarla completamente.
En donde mi corazón continúe cerrado, muéstrame la forma de abrirlo sin recurrir a la violencia. 
Todo aquello a lo que me siga aferrando, ayúdame a dejarlo ir. 
Regálame desafíos, luchas y obstáculos aparentemente insuperables, si crees que eso me ayude a tener una más profunda humildad y confianza en la inteligencia de la vida. 
Ayúdame a reírme de mi propia seriedad. 
Permíteme encontrar el humor en los lugares más oscuros. 
Muéstrame un profundo sentido de descanso en medio de cada tormenta. 
No me libres de la verdad. Nunca. 
Deja que la gratitud sea mi guía. 
Deja que el perdón sea mi mantra. 
Deja que este momento sea mi eterna compañía. 
Permíteme ver tu rostro en cada rostro. 
Permíteme sentir tu cálida presencia en mi propia presencia. 
Sostenme cuando tropiece. 
Respírame cuando yo no pueda respirar. 
Permíteme morir viviendo, no vivir muriendo. 

Amén.

Jeff Foster

20 ago 2014

Su presencia...



A su lado, no pasaba desapercibida. Todos advertían su presencia y su voz, y eso le permitía ser alguien, sentirse viva. A su lado, podía chapotear en los charcos enfundada en un chubasquero, desayunar chocolate con churros, y mancharse, o viajar a China, al Machu Pichu o a Chile. Podía reír escuchando chistes y chismorreos, o jugar al parchís con fichas de colores. Podía charlar, trasnochar e incluso emborracharse compartiendo pacharanes y chupitos. Podía bailar el charlestón, la bachata, o llorar con una canción de Machín. Todo eso, sin embargo, sólo era posible a su lado. Distanciados entre sí, ella volvía al anonimato, ausente y callada. Por eso la hache se deprimía cuando la ce la dejaba sola.

Microrrelato del blog Realidadesparalelos

Animalicos juntando cabezas III






19 ago 2014

A la orilla del mar

Renewed. Michael & Inessa Garmash


Hoy traigo un poema de un libro que estoy disfrutando como hacía mucho tiempo no disfrutaba.


El limpio cielo
Del Sur El calor de una copa
Mientras escucho a Mozart
Las telas de Velázquez o Rousseau
Estas playas en calma que contemplo
Y aquellas que en Homero
O con Virgilio he divisado tantas veces
Quienes me amaron y yo amé
La lealtad que mi alma
Guarda a determinados
Paisajes rostros libros
La luz de la cabecera de mi cama
Y en ella Stevenson Montaigne
Cervantes Tácito Stendhal
Shakespeare o Borges
Mi cuerpo y mi destino
Que acepto
Eso es todo


Del libro "Museo de cera", de José María Álvarez



14 ago 2014

Un poema de amor...


Soy una Romanticona, no puedo ni quiero evitarlo, y hoy he recordado uno de los poemas de amor más conmovedores que he leído, supongo que porque puedes sentirte identificado con él si alguna vez has estado enamorado/a. 

Recuerdo que cuando lo leí por primera vez, hace muchos, muchos años, no tuvo el mismo significado que cuando lo disfruté tras enamorarme, que pasó a estar lleno de plenitud.

Por si aún no lo habéis adivinado, se trata del poema "La Flor del Amor", de Oscar Wilde, uno de esos genios que supo combinar como pocos la belleza con el más intenso goce estético.

Amor, no te culpo, pues mía ha sido la culpa, al no ser creado por la arcilla común
Escalé la mayor de las alturas, inalcanzable; ví el aire pleno, el día más grande.

Desde lo salvaje de mi desperdiciada pasión fui asaltado por una mejor, más clara canción.
Encendí una ligera luz de abnegada libertad, luché contra la envilecida cabeza de Hidra.

Han sido mis labios barridos hacia la música por tus besos, y han sangrado,
Y tu has caminado junto a los ángeles en aquella planicie verde y esmaltada.

He andado por el camino donde Dante contempló los soles brillando sobre siete círculos,
¡Ah! Tal vez observó a los cielos expandiéndose, como si se abriesen sobre Florencia.

Y las naciones poderosas que me han coronado, a mí, que sin corona yazgo sin nombre,
Y algún crepúsculo oriental me ha encontrado de rodillas sobre el umbral de la Fama.

Me he sentado en el círculo de mármol donde el viejo bardo es igual al joven,
Donde la pipa siempre gotea su miel, y las cuerdas de la lira siempre vibran.

Keats levantó los rizos de su himeneo desde el vino de las amapolas,
Con su boca de ambrosía besó mi frente, envolviendo el amor noble que hay en mí.

Y en la primavera, cuando las flores del manzano tiñen el seno de las palomas,
En la hierba yacen dos amantes que ha leído la historia de nuestro amor.

Han leído la leyenda de mi pasión, y conocido el secreto amargo de mi corazón,
Besándose como nosotros nos hemos besado, pero nunca lejos como nosotros lo estamos.

Pues la flor carmesí de nuestra vida es devorada por el gusano de la verdad,
Y ninguna mano recogerá los marchitos pétalos de la rosa de la juventud.

Sin embargo, no me arrepiento de amarte, ¿qué otra cosa puede hacer un muchacho?
Los ávidos dientes del tiempo corroen, persiguiendo las silenciosas huellas de los años.

El timón nos balancea en la tempestad, y cuando la tormenta de la juventud haya pasado,
Sin liras, sin laúd y sin coro, la tranquila muerte del navegante finalmente llega.

Y dentro de la tumba no hay placer, el ciego gusano consume las raíces,
Y el Deseo se estremece en cenizas, y el árbol de la pasión no da frutos.

¿Qué otra cosa puedo hacer sino amarte? La propia madre de Dios me es menos querida,
Y menos aún la dulce Afrodita elevándose como un lirio plateado sobre el mar.

He tomado mi decisión, he vivido mis poemas y, aunque la juventud se haya perdido en indolentes días;
He descubierto que la corona de mirto del amante es mejor que la del laurel sobre el poeta.

Oscar Wilde 


7 ago 2014

El arte de...Edgar Müller

Edgar Müller es un artista alemán creador de ilusiones capaces de engañar al ojo jugando con la perspectiva y otros efectos ópticos, llegando a ser presentado como "Maestro Madonnaro" en el Festival de Tiza Sarasota.


Éste es el vídeo de la maravilla glacial...









6 ago 2014

Una confesión...

"Me encanta oír como pasas páginas y te ilusionas con los poemas. Me recuerdas a mi mismo cuando abría mis álbumes de cromos." 




Necesito sentir para no ser una autómata, recibir descargas eléctricas que alteren el anodino, regular, saludable y mediocre ritmo cardíaco al que ya estaba acostumbrada. 

Y esas pequeñas descargas pueden provenir de mi alrededor. Estoy diseñada para maravillarme contando estrellas, disfrutar pisando charcos, aventurar el destino de las flores de diente de león cuando los soplo o pensar en la lucha del viento y las nubes en movimiento. Y aprendí a imaginar mundos ocultos en hojas de papel....intentar averiguar en qué pensaban o qué sentían las personas que escribieron lo que estoy leyendo, dilucidar al artista en su estudio preparando las mezclas de óleos o acuarelas que tiempo después, mucho tiempo en algunos casos, yo miraría sintiendo cómo iba dando cada pincelada....O los pedruscos que tanto y tanto me gustan...y que procuro aprehender.....

Esas pequeñas descargas me recuerdan que soy humana, me hacen sentir viva el tiempo suficiente para coger aire, poner mi corazón a ....150 y volver a su regular latido. Hasta que tú llegaste. Ahora no es que sepa de ti y mi ritmo se altere, es que parece una montaña rusa (que no se entere mi médico). Vuelvo a disfrutar con todo aquello que me hace sentir de carne y hueso, me miro en el espejo y estoy radiante (mal que le pese a la industria cosmética), en definitiva, me siento viva. No es que antes no lo estuviera pero mis obligaciones, libremente adquiridas, habían copado casi la totalidad de mi existencia. 

Ahora no. Ahora conviven ambas. Ahora estoy trabajando y cuando sonrío sin motivo sé que me he acordado de ti. Ahora, estoy en la calle, veo algo que me gusta o me emociona y pienso en compartirlo contigo. Ahora he descubierto que mis emociones y sentimientos, que tan bien creía conocer, no son como suponía. Ahora se han roto algunas de las reglas sagradas que tenía. Ahora he descubierto que puedo odiar y desear a la vez, algo impensable hace unas semanas. Ahora he descubierto el placer de compartir lo que me hace sentir...por muy raro que sea, porque sé que tú lo aceptas y lo disfrutas (aunque sea animación o música que no habrías escuchado jamás de los jamases). Y ahora he descubierto que siento miedo al pensar que las presiones ambientales pudieran ser tan fuertes que rompieran la aleación con la que hemos forjado nuestro hilo de plata. Pero para eso estás tú. Para tranquilizarme con tu monstruito, con una travesura preparada como cuando éramos niños. Y sí, esto también es nuevo. Estoy aprendiendo contigo. Es algo que, pase lo que pase, siempre te agradeceré. Y he descubierto, para mi intranquilidad/tranquilidad espiritual, que eres mi destino.


Significantes y significados...




Soneto del amor victorioso

Ni el tiempo que al pasar me repetía
que no tendría fin mi desventura
será capaz con su palabra oscura
de resistir la luz de mi alegría,

ni el espacio que un día y otro día
convertía distancia en amargura
me apartará de la persona pura
que se confunde con mi poesía.

Porque para el Amor que se prolonga
por encima de cada sepultura
no existe tiempo donde el sol se ponga.

Porque para el Amor omnipotente,
que todo lo transforma y transfigura,
no existe espacio que no esté presente.


Francisco Luis Bernárdez


4 ago 2014

Mi mapa del tesoro




Tenía el destino grabado en mi esencia,
los Dioses se ocuparon de ello.



Por muchas vueltas que haya dado, 
a pesar de transitar por caminos equivocados, 
aunque me haya despistado admirando el paisaje
o haya aceptado ser la invitada de algún dios menor.

A pesar de todo,
tenía mi destino grabado en la piel,
el mapa del tesoro que desde el cielo
escondieron para mí: Y eras Tú.

Atalanta Atlas

2 ago 2014

Algún día...


Algún día te escribiré un poema que no 
mencione el aire ni la noche; 
un poema que omita los nombres de las flores, 
que no tenga jazmines o magnolias. 

Algún día te escribiré un poema sin pájaros, 
sin fuentes, un poema que eluda el mar 
y que no mire a las estrellas. 

Algún día te escribiré un poema que se limite 
a pasar los dedos por tu piel 
y que convierta en palabras tu mirada. 
Sin comparaciones, sin metáforas; 
algún día escribiré un poema que huela a ti, 
un poema con el ritmo de tus pulsaciones, 
con la intensidad estrujada de tu abrazo. 
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha. 

Darío Jaramillo