30 oct 2014

Mito de Apolo y Dafne

La manzana de oro de hoy tendrá la deliciosa forma de la magia surgida de la piedra gracias a Bernini y su "Mito de Apolo y Dafne".



Reconozco que el Barroco no es mi periodo artístico predilecto, pero adoro esta escultura en particular y a Bernini, su autor, en general. Se encuentra expuesta en la Galería Borghese, en Roma.

¿Qué me atrae de esta preciosa escultura? Su dinamismo, el grado de detalle del pelo, las hojas que crecen de los dedos de Dafne o la expresión de horror de esta última que te da una idea de la maestría del escultor a la hora de trabajar la piedra. Pero la escultura cuenta una historia, como todas las flores de mi jardín, y en este caso, se entretejen unas cuantas con el hilo de este Mito.


Empiezo por el principio...

Cuenta la leyenda, recogida por Ovidio en su Metamorfosis, que Apolo menospreció la destreza de Eros, el Cupido romano, con el arco: 

"Dime, joven afeminado: ¿qué pretendes hacer con esa arma más propia de mis manos que de las tuyas? Yo sé lanzar las flechas certeras contra las bestias feroces y los feroces enemigos. [...] Conténtate con avivar con tus candelas un juego que yo conozco y no pretendas parangonar tus victorias con las mías" 

Eros, el mensajero del amor, no se tomó nada bien las palabras del arrogante Apolo (estos Dioses....ainsss) y decidió darle un escarmiento. Con la destreza con el arco que le era propia, lanzó una flecha de oro a Apolo que le provocaría el amor inmediato y a la vez una flecha de plomo a Dafne que le haría sentir el más absoluto rechazo amoroso. Cuando Apolo estuvo frente a Dafne se sintió evidentemente herido de amor y de pasión por aquella ninfa y empezó a perseguirla y a rogarle que se quedara a su lado mientras que esta, poseída por el efecto contrario, empezó a huir de él. Apolo pidió ayuda a los Dioses para poder alcanzarla y lograr culminar su amor lo que le fue concedido, momento en el que Dafne, al verse que iba ser atrapada por Apolo, pidió igualmente ayuda a su padre, el río Peneo, el cual a fin de proteger a su hija de las ansias del Dios decidió convertirla en laurel. Así la escultura refleja el momento en que Apolo alcanza a Dafne, en el preciso instante en que ella empezaba a transformarse en árbol, cubriéndose su cuerpo en dura corteza, sus pies echaban raíces hincándose en el suelo y sus manos se llenaban de ramas y hojas. Apolo desconsolado se abrazó a lo que ya era árbol y se echó a llorar y dijo: 


"Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria." 

Por eso, también, se coronaba con hojas de laurel a los deportistas victoriosos, por ejemplo. 



Pero hay más.... Ya he dicho lo que me atrae de la escultura, a mí y a muchísimas personas más que imagino embobadas como yo contemplando la obra y pensando cómo puñetas podía estar oculta dentro de un bloque de mármol una maravilla así... Ahora bien, ¿qué es lo que hace diferente a esta escultura para mí?, ¿qué la hace destacar por encima de tantas otras? Dicho de otra forma, ¿qué hace de esta escultura una flor digna de mi jardín secreto?

Es la mano. Esa mano de Apolo, fabulosa, perfecta, con la que él intenta alcanzar a Dafne, provocando que ella oculte su belleza de mujer en la belleza de la naturaleza. Es la vieja historia de la persecución amorosa, sí, pero si la escultura fuera destruida y sólo se conservara esa mano, seguiría susurrándonos al oído la misma historia....




Para acompañar....dos poemas que hablan sobre este Mito, me he acordado de ellos esta mañana cuando preparaba las fotos...El primero es de Garcilaso de Vega.


Soneto XIII


A Dafne ya los brazos le crecían, 
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro oscurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban, 
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño, 
a fuerza de llorar, crecer hacía 
el árbol que con lágrimas regaba. 

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba! 


Y la segunda es de....Julio Cortázar.


Voz de Dafne:


Supón que de verdad Dafne murmura 
en lo que llamas quejas de esta planta, 
sin sospechar la dicha que suplanta 
en verde luz la antigua criatura. 

Siente temblar al viento mi cintura 
donde se enreda el día que adelanta, 
la voz multiplicada que te canta, 
¡oh Apolo, esta tristeza de ser pura! 

Río del aire, estremecida escala 
donde la danza aprende la cadencia 
y urden abeja y flor su claro juego, 
te amaré, dios de miel, tortura de ala, 
con la misma encendida resistencia 
con que te huí mujer y árbol me entrego. 


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