Mis manos, sin espinas, tendrán olor de alba
tendiéndose al ocaso con nostalgia punzante.
Y tú vendrás con la luz en la espalda.
Y amanecerá en modo inverso,
y las rosas del viento caerán desorientadas
en un escorzo tímido de guía equivocado.
Y todo mi silencio florecerá de extrañas
palabras olvidadas
quedándose mi yo de ahora arrodillado
frente a mi yo de entonces, trascendente
de amanecer y estrella.
Y toda la distancia en la mano de un niño
será un pájaro tibio que se duerme.
Y este tu yo de ahora dirá adiós con la mano
a ese tu yo de entonces, completo como un mundo.
Julia Uceda en "En el viento, hacia el mar"
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