Rodney Smith
Quizá no sea ternura la palabra precisa
para este cierto modo compartido
de quedar en silencio ante lo bello exacto,
o de hablar yo muy poco y ser tú la belleza
misma, su emblema, aunque tan próxima
y latiendo.
Y es también un destino unánime que vuelvan
a idéntico silencio –cuando llegue la hora
de la tragedia indecible– mi palabra y tu zarpa.
María Victoria Atencia (1931)
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