Erwin Blumenfeld
Realmente, se me antoja un juego difícil y peligroso volver a ser la querida de alguien. Perdí la virginidad, de inocencia conservo la justa. Y a pesar de lo dicho, ofrezco la misma apariencia de las que otorgan una hora de amor por nada más que una dote abigarrada de sueños incorruptos. ¡Con qué sutileza despaché al último!, como una princesa. Razón tienen los que, en su despecho, me asemejan a un cisne. De ahí mi mayestático porte, gimotean; pobre animal, conminado siempre a permanecer en el centro del lago para no ser ganso en la orilla chabacana del vulgo.
No deseo negar tal o cual cosa. Bajo la lluvia todo son resplandores y, mañana, la imitación que lleva mi nombre regresará a las calles, altiva y distante, con la única intención de vivir en paz.
Del blog Andante maestoso
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